martes, diciembre 12, 2006

El futuro del libro















EL FUTURO DEL LIBRO Y RETO DIGITAL
Joaquín Mª Aguirre Romero
Departamento de Filología Española IIIFacultad de Ciencias de la Información - Universidad Complutense de Madrid

1. De qué discutimos

La aparición de las ediciones electrónicas de textos y su constante aumento, potenciado por los sistemas multimedia y las redes de comunicación, está suscitando debates sobre la cuestión que podemos denominar "el futuro del libro". En sectores culturales, académicos, etc., se percibe una cierta inquietud, que desemboca en abierto debate y, en muchas ocasiones, en apasionado enfrentamiento. Este debate, en ultima instancia, parece resolverse en posiciones de "tecnofilia" y "tecnofobia", posturas que entendemos erróneas, ya que desvirtúan la realidad, tanto del "libro" como de las ediciones electrónicas.

Lo primero que se percibe en estas discusiones o debates es la importancia que se concede al "libro" en nuestra cultura. Ernst Robert Curtius señaló que «el libro recibe su consagración suprema del cristianismo, religión del Libro sagrado. Cristo es el único Dios que el arte antiguo representa con un volumen». El "Libro", el "Gran Libro", el "Libro de la Naturaleza", etc. son conceptos que han pasado a configurar el imaginario de nuestra cultura. Como símbolo, el libro ha adquirido un lugar privilegiado en el seno de nuestras sociedades. Vivimos en "culturas del libro", de ahí el apasionamiento que se genera en cuanto se trata esta cuestión. Nicole Robine escribió ¿A qué profundas motivaciones obedece el hombre cuya mano se adelanta hacia el objeto que llamamos libro? ¿Qué espera de ese «montón de hojas secas» cubiertas de signos sino la comunicación del pensamiento de otro que se despliega por sus páginas? Señalemos a este respecto el equívoco del término libro, que designa a la vez un material que sirve de soporte a los signos y el contenido intelectual que estos signos comportan, es decir, que es a la vez el significante y el significado ( 1 ).

La misma autora hace una afirmación clave: "El libro y su uso se confunden". Objeto y uso se funden en un solo elemento cultural. Concebir el libro-soporte independiente de su contenido es un ejercicio de abstracción que se enfrenta con nuestra experiencia inmediata. El tacto, la vista (el olfato, indican algunos) se aúnan en una experiencia en la que a la materialidad del objeto se une su experiencia intelectual. La palabra objetivada sobre un soporte, la palabra escrita —nos dicen los teóricos—, distancia, en contraposición al efecto envolvente, cálido, de la palabra audible. Sin embargo, no tuvieron en cuenta los efectos tactiles de la nueva alianza. El cuerpo, aislada la mente absorta en la lectura, entabla sus propias relaciones con el soporte, con el elemento material. El argumento general, el más espontáneo, que se esgrime cuando se debate la lectura ante la pantalla del ordenador es que ¡no puede tocarse! El cuerpo, habituado a las sensaciones vinculadas a la materia —peso, forma, superficie sobre la que los dedos se deslizan—, echa de menos los efectos sensibles del libro-objeto. Al cuerpo, habituado por horas y horas de lectura al contacto, le es extraña la insoportable levedad del texto electrónico. La lectura no es sólo un acto intelectual; es, a la vez, un acto físico, sensual, al que el cuerpo se habitúa.

La lectura genera todo tipo de espacios —salas, gabinetes, bibliotecas— y utensilios destinados a hacerla más placentera —sillones, atriles, lámparas, mesas, etc.—. El "libro electrónico" —aún nos falta un término que le pueda ser propio— no tiene todavía su situación, su acto específico en el que soporte y lectura se integren de forma natural. Las capas de significados y símbolizaciones que el libro ha acumulado a lo largo de dos mil años de historia, complican el marco de discusión y nos obligan a comenzar por el principio: qué es un libro.

2.- Qué es un libro.

Vamos a partir de tres definiciones diferentes de "libro" ( 2 ), definiciones previas a la aparición de la edición electrónica, para evitar rasgos contaminados entre un medio y otro.
Paul Otlet (1934):Un soporte de cierta materia y dimensión, de un cierto plegado y enrollado, en su caso, sobre el que son inscritos signos representativos de determinados supuestos intelectuales.

UNESCO (1964):Un libro es una publicación no periódica impresa, que cuenta al menos 49 páginas (sin comprender las páginas de cubierta), editada en el país y ofrecida al público.
Robert Escarpit (1965):Porque bajo un pequeño volumen posee un contenido intelectual y formal de alta densidad, porque pasa fácilmente de mano en mano, porque puede ser copiado o multiplicado a voluntad, el libro es el instrumento más sencillo que, a partir de un punto dado, es capaz de liberar una multitud de sonidos, de imágenes, de sentimientos, de ideas, de elementos de información, abriéndoles las puertas del tiempo y del espacio, y luego, junto a otros libros, encauzar estos elementos difusos hacia una multitud de otros puntos dispersos, a través de los siglos y los continentes, en una infinidad de combinaciones, todas ellas diferentes entre sí.

Como podemos apreciar, las dos primeras definiciones —la de Otlet y la de la UNESCO— coinciden en una concepción del libro como "soporte". Ambas reducen el libro prácticamente a su dimensión material, espacio, superficie sobre la que se inscriben los signos. Su definición puede ser tan precisa, dentro de su materialidad, que abarca (UNESCO) el número de páginas que debe tener para ascender de "folleto" a "libro": 49. Las dos definiciones dejan clara una cosa: un libro es el soporte material de una determinada información. En el caso de Otlet, atiende a la descripción de su función almacenadora, y en la definición de la UNESCO busca su discriminación respecto a otros formatos impresos a efectos clasificatorios.

La tercera definición, la de Escarpit, es de otro orden. No busca tanto la descripción de los materiales, sino básicamente su funcionalidad, cayendo incluso en lo metafórico. La primera parte de su definición incide en la movilidad y facilidad de duplicación del libro, pero en un momento determinado, Escarpit abandona la materialidad y se adentra en otros terrenos. Cuando habla del libro como "liberador" de "una multitud de sonidos, de imágenes, de sentimientos, de ideas, de elementos de información", está recurriendo a aquellos elementos que se han visto transformados por la escritura y objetivados en la superficie impresa. El libro, por ejemplo, no tiene "sonidos", pero crea la ilusión de los mismos mediante la participación lectora. El libro consigue que nos representemos esos sonidos o esas imágenes gracias a la escritura. La continuación de la definición es todavía más compleja: "junto a otros libros, encauzar estos elementos difusos hacia una multitud de otros puntos dispersos, a través de los siglos y los continentes, en una infinidad de combinaciones". Es prácticamente una definición de lo que es un hipertexto. Podríamos perfectamente utilizar sus palabras para aplicarlas a un sistema hipertextual en línea, es decir, un sistema de textos dispersos espacialmente conectados a través de una serie de enlaces que posibilitan el movimiento entre ellos. No deja de ser curioso que cuando el autor expresa simbólicamente el funcionamiento del libro, lo que le salga sea una definición literal de los sistemas hipermedia. Evidentemente, Escarpit no conocía estos sistemas cuando realizó su descripción del libro en 1965 , pero se imaginaba un tipo de libro muy especial, un libro ideal.

La primera distinción básica que se nos impone es la existente entre el texto (la información) y el soporte que la alberga. Un libro es la conjunción formal de ambos elementos. Gracias a esta objetivación de la información en una superficie material es posible aumentar su potencial comunicativo. La información oral está supeditada a la coincidencia espacio-temporal de los agentes. La escritura permite fijar la palabra dicha o el pensamiento y sustraerlos del olvido. La escritura, la tecnología básica, permite inscribir los signos y convertir la palabra en depósito susceptible de actualización por encima del tiempo, es decir, genera actos de comunicación diferidos o asincrónicos. Las dos funciones básicas de la escritura son el archivo y la comunicación. Mediante la primera se preserva una información; mediante la segunda, se difunde. El libro, consecuencia de la escritura, cumple ambas funciones y además aquellas que socialmente se le asignan en cada momento de la historia.

En cuanto objeto cultural, pose una cualidad única: la diversidad de contenidos bajo una misma apariencia. Nos referimos al "libro" como si fuera algo único y, sin embargo, no existe elemento más rico en diferencias.

Hasta la llegada de la imprenta, cada libro es único, objeto personal y personalizado, espacio de confluencia de la escritura y de la interpolación. Los lectores son libres de fabricarse sus propios libros, sus selecciones temáticas, sus misceláneas agrupando sus textos favoritos. El sistema de copiado, por muy elaborado que estuviera en algunos momentos en el mundo de los manuscritos, permitía una relación particularizada con los textos. La imprenta normaliza los procesos de producción y establece un sistema blindado respecto a los textos. El lector recibe ya un ejemplar que no le permite diferenciarse de los otros poseedores. A estos lectores indiscriminados e igualitarios es a lo que podemos empezar a llamar un "público" en un sentido moderno.

3.- Características que han de satisfacer los soportes

Son esencialmente cuatro los aspectos interrelacionados que determinan la eficacia comunicativa de un soporte y, por tanto, su aceptación e integración social:
los materiales:las características de estos materiales los hacen en mayor o menor medida favorecedores de las condiciones de comunicación y conservación. En este apartado se deben tener en cuenta elementos como su manejabilidad, su resistencia temporal o durabilidad, la complejidad de los tratamientos necesarios para convertirlos en utilizables, su valor material, la facilidad de duplicación, etc.
los formatos que permite:los soportes se materializan en diferentes formatos para su adecuación a los tipos y cantidades de información que han de contener.
la adecuación funcional:la información almacenada en el soporte tiene una finalidad; el soporte debe permitir cumplir los objetivos que han determinado ese almacenamiento de información.
las prácticas sociales:los soportes se integran en las prácticas sociales y pueden, incluso, generar otras nuevas que los tengan como elemento central o medio.

El libro es el soporte que mejor ha contribuido a cumplir las funciones de comunicación y archivo a lo largo de la historia. Combinado con una tecnología como la de la imprenta, se ha adaptado a las diferentes situaciones culturales y ha generado las suyas propias, dando lugar a una cultura que lo tiene como eje transmisor. Ha sido capaz de salir de situaciones sociales en las que era un elemento de acceso restringido, sujeto a sistemas de exclusiones y prohibiciones, cuya circulación podía ser controlada, hasta pasar a convertirse en un elemento de circulación general. Como soporte, tenía las cualidades necesarias para satisfacer ambas situaciones. El libro es objeto de lujo o edición rústica, objeto de regalo o de trabajo, causa de placer y motivo de estudio, es venerado o quemado en la hoguera. Depósito material de la palabra, el libro es capaz de contener todo tipo de información. La variedad del libro es la variedad del pensamiento. La variedad de sus formas, la variedad de las situaciones en las que se le requiere.

Sus principales características materiales como soporte son:

movilidad: el libro es fácilmente trasportable de un lugar a otro.
autonomía: no requiere de ningún otro dispositivo para su utilización.
elasticidad: se ajusta a diferentes cantidades de información.
reproductibilidad: permite la realización de múltiples copias. Implica que la duplicación del soporte es necesaria para la duplicación de la información.
materialidad: es un soporte con características físicas determinadas (peso, tamaño, número de páginas, textura, etc.)
doble naturaleza de la información contenida: el libro soporta información verbal en la palabra escrita e información icónica (grabado, fotografía).
clausura de la información: el libro cierra la información que contiene. Los límites físicos coinciden con los límites de conocimientos que alberga. Es decir, el libro es un elemento finito y discreto.
estructura cerrada: el libro no permite la variación de sus elementos. Es un objeto cerrado que no permite la incorporación o variación de la información que contiene.
orden de la información: la secuencialidad de la escritura y de la información que contiene obliga a una ordenación de la misma conforme a determinados criterios (narrativos, lógicos, causales, etc.), que no son alterables.

4.- La edición digital

La introducción de la edición electrónica o digital no es un fenómeno nuevo, de hecho está ampliamente integrada en los procesos productivos editoriales. Sin embargo, siempre ha sido considerada como un estado pre-editorial. Es decir, como una tecnología destinada a colaborar en la producción del objeto libro en sus estados primarios. Electrónica es la fase de producción del original que escriben los autores en sus procesadores de textos o que encargan a terceros para su remisión a las empresas editoriales, y electrónicos son los tratamientos que se hacen en los pasos previos de preparación de ese material para su envío a las imprentas. Estos aspectos los hemos desarrollado recientemente en la ponencia Sistemas de gestión y producción editoriales en línea y sus aplicaciones en el ámbito universitario [3] . La mayoría de los libros que hoy se producen, ya lo hemos señalado con anterioridad en otros lugares, son digitales antes de convertirse en papel. Fue esta realidad la que indujo a Nicholas Negroponte a pedir que se entregara una copia informática de todos los libros que se depositaran en la Biblioteca del Congreso norteamericana. Negroponte pensaba en una biblioteca digital universal, en un centro al que se pudiera acceder desde cualquier punto del globo a los textos existentes.

El sistema de digitalización está introducido en el corazón del sistema productivo editorial. Los problemas surgen cuando se intenta entrar en los otros ámbitos del sistema basado en los libros. Queremos centrarnos aquí en los aspectos culturales, dejando de lado otros importantes (propiedad intelectual, elementos comerciales, etc.) que se están debatiendo en otros foros.
Cuando se identifica la información con el soporte que la contiene, las modificaciones materiales se contemplan como agresiones culturales. En un sentido general, la información busca fluir por los medios y soportes que permiten una mayor economía. El libro impreso también fue atacado en su momento por los defensores de un sistema cultural más cerrado. Sin embargo, la imprenta consiguió salir adelante gracias a que, entre otros factores, permitía una circulación social más rápida y barata de la información. Los beneficios del sistema de impresión mecánica no se impusieron inmediatamente; durante mucho tiempo convivieron las dos formas de producción, manuscrita e impresa, repartiéndose diferentes terrenos. Las sociedades manejan una gran cantidad de tecnologías comunicativas simultáneamente. Estos distintos medios y soportes se emplean en función de su uso social. Empleamos la escritura manual para la comunicación personal, mientras que se utiliza el ordenador para elaborar documentos más oficiales (comerciales, laborales, etc.); entendemos que ciertas informaciones pueden darse por teléfono, mientras que otras requieren la presencia cara a cara; en unos momentos podemos utilizar el fax y en otros la carta certificada. Es decir, existen muchas formas de comunicación conviviendo y utilizándose en función de la naturaleza de la información.

5.- Características de la información y de los soportes digitales

La digitalización es una forma de almacenamiento de información. Es un proceso mediante el cual informaciones de diferente naturaleza son reducidas a una forma común. Si la escritura es la forma de reducir los sonidos o palabras a una forma gráfica que es descifrada como equivalente (nos referimos exclusivamente a las escrituras alfabéticas y no a otros sistemas de escritura, como los ideográficos, jeroglificos, etc.), el sistema digital permite reducir a un lenguaje común elementos de muy diferente naturaleza: palabra, sonido, imagen estática y en movimiento. Hasta ahora, estos tipos de información necesitaban de soportes separados, es decir, no era posible incluir en un mismo soporte el sonido y la palabra; existían, por ejemplificarlo, bibliotecas y fonotecas. Los medios audiovisuales permiten también la convergencia de informaciones de naturaleza distinta y han alcanzado su funcionalidad social y cultural a lo largo de este siglo.

La digitalización pone en evidencia la separación existente entre información y soporte. A diferencia del soporte "libro", en el que se identificaban "soporte" e "información", aquí debemos considerar diversas posibilidades. Debemos partir del carácter energético, fluido, de la información en oposición al carácter material de los soportes tradicionales, es decir, lo que en frase feliz de Negroponte supone la distinción entre átomos y bits. La información de que disponemos en un soporte digital es susceptible de ser liberada para emigrar a través de redes o a otros soportes y difundirse a múltiples puntos. Podemos decir que el libro es un producto final, mientras que la información digital puede ser manipulada y utilizada en diferentes formas. Esta característica es esencial para comprender sus posibilidades culturales.

La información digital —no podemos hablar de un solo tipo de soportes— posee las siguientes características:

virtualidad: la información en su nivel energético es ilegible directamente, necesita de unos procesos de descodificación y unos instrumentos (aparatos y programas informáticos) que nos ofrecen una representación virtual.
autonomía: necesita de instrumentos complementarios que permitan su decodificación y lectura (dispositivos de lectura, de salida, etc.).
movilidad: la movilidad de la información digital puede ser entendida: Como transferencia energética entre diferentes puntos de una red. En este caso, su movilidad es total y su velocidad es casi instantánea. Como su trasferencia de unos soportes a otros sin sufrir modificaciones. Obtenemos el mismo resultado con la información a través de una red, de un CD-ROM, de un disco magnético o de un magneto-óptico. La información es siempre la misma e igual su resultado virtual.
Si la movilidad se refiere al instrumento de lectura (ordenador), la movilidad es menor y sus condicionamientos mayores al depender de otro tipo de circunstancias (redes telefónicas, dispositivos de transmisión, etc.), si bien la movilidad va aumentando con la reducción de los elementos intregrados en el proceso.
Si entendemos la movilidad en términos físicos (volumen), el sistema digital permite el movimiento de grandes cantidades de información en espacios mucho menores; es decir, un cd-rom puede contener cientos de obras digitalizadas.
duplicabilidad: un factor esencial a lo largo de la historia de los soportes comunicativos ha sido su capacidad de duplicación o copia. La imprenta solventó el problema de la copia manuscrita que había existido durante siglos; permitió generar múltiples ejemplares desde un original. Lo que antes había sido un producto final (el manuscrito) pasó a convertirse en el elemento del que se partía para proceder a la impresión múltiple. También aquí se hace necesario explicar las diferencias. Podemos establecer dos circunstancias muy diferentes: duplicación de soportes: cuando la información digitalizada se encuentra en un soporte, éste puede ser duplicado, es decir, se duplica la información y el soporte (copiar un disquete o un cd-rom). Las editoriales que están comercializando sus productos multimedia realizan una tirada de x ejemplares, al igual que se hace con el material impreso.

duplicación de la información: cuando se utilizan, por ejemplo, los sistemas de redes, se procede a la realización de un único depósito de información. La información se encuentra alojada en un servidor al que se puede acceder desde millones de puntos de la red sin tener la necesidad de realizar millones de copias. Esta es una de las grandes ventajas culturales de las redes de comunicación: permiten, sin necesidad de duplicaciones de soportes, a millones de personas acceder a una misma información. Es la información la que se mueve y no los soportes.
apertura de la información: la información digital puede ser revisada o renovada sobre el mismo soporte. Un hipertexto está siempre abierto a nuevos enlaces con otros puntos de información conectados directamente. Los libros establecen referencias que remiten a otros libros; la información en red permite acceder a esas informaciones si están disponibles en la red. La obsolescencia de la información contenida en un libro es uno de sus mayores enemigos.

Evidentemente, hay muchos textos que no tienen este problema, especialmente los literarios, pero en muchos otros campos, los libros pasan a ser objetos inútiles si la información que contienen no tiene ya validez. Piénsese en libros científicos, guías, libros de referencia, en cualquier obra pensada para un período de tiempo determinado, y en los problemas que plantea después de ese período. Las actualizaciones, revisiones, etc. de la información digital se realizan con una facilidad mucho mayor, en términos de costes y velocidad.
estructura abierta: frente a la estructura cerrada o acabada de la obra impresa, la obra digital es reconfigurable o abierta. Este es un importante elemento de debate en la actualidad y que afecta a aspectos como la autoría. Ciertos tipos de obras pueden ser modificadas y, de hecho, muchas nacen con la vocación de ser un inicio que posibilite la participación de otros o la personalización de las mismas. Debemos señalar que ni todas las obras tienen por qué considerarse "abiertas" ni tienen por qué serlo. Hay obras que se ofrecen para crecer en las redes mediante las aportaciones de otros, ya sea mediante añadidos o modificaciones, y obras que se ofrecen terminadas. Lo importante es determinar cuál es la finalidad de la obra y cuál es la intención con la que se propuso.
modificación de los órdenes de la información: una de las características más acusadas del formato hipertextual es la ruptura de la secuencialidad de la información. Este tipo de sistemas permiten una nueva forma de relación múltiple entre los diferentes textos o bloques dentro de un mismo texto. En cualquier caso, permiten una variación de lo que en el texto impreso está prefijado. Los lectores no son llevados por el texto, sino que son ellos mismos los que eligen sus propias trayectorias a lo largo de los textos, que se muestran como constelaciones de nucleos portadores de información. Se ha comentado que el hipertexto prefiere la unidades pequeñas, discretas, de información frente a las grandes unidades. La explicación de esto es sencilla: una constelación informativa, un universo de micro-textos, es más libre para organizar sus enlaces múltiples. La multiplicidad de enlaces entre la unidades permirte establecer más de un elemento relacional entre las informaciones. Ciertos teóricos defienden que este sistema se asemeja más a la forma de trabajo del cerebro humano (asociaciones entre elementos dispersos), en oposición a los sistemas de trabajo lineales, que tienden a ser excluyentes más que integradores. En cualquier caso, el sistema hipertextual que permite la información digital es un estado armónico entre análisis (establecimiento de unidades informativas discretas) y síntesis (establecimiento de relaciones múltiples entre ellas)
interactividad: el fenómeno de la interectividad es uno de los grandes logros del sistema de información digitalizada. La interactividad supone un diálogo entre el lector y el texto, que se modifica en función de los elementos que se le solicitan en cada momento. El estatismo del texto impreso contrasta con el dinamismo de respuesta particularizada del texto digital. Un texto interactivo genera respuestas en función de nuestras preguntas.

6.- El futuro del libro y el reto digital

Hasta este momento, hemos tratado de revisar la características de ambos tipos de soportes. Observar sus condiciones es interesante, pero no lo es todo. El factor socio-cultural es muy importante y no es fácilmente evaluable. Están involucrados hábitos y tradiciones, prácticas y rituales, historia y cultura. Todos estos elemento pesan más que muchos otros factores objetivos. Sin embargo, los hábitos cambian y lo que hoy nos parece extraño puede que no lo parezca dentro de algún tiempo. Los beneficios, si es que los tiene, acaban imponiéndose a las resistencias. Hoy, sin perspectiva, todo parece confuso. Muchos se preguntan: ¿cuál es el futuro del libro ante la llegada de esta nueva tecnología? La respuesta no es fácil, si se formula así la pregunta. Creo que no es la forma adecuada de enfrentarse a una situación de este tipo, especialmente cuando los debates se tiñen de un cierto tono melodramático, angustiado, como si fuera el fin de algo. Por el contrario, creo que es más productivo y más esclarecedor tener en cuenta las siguientes consideraciones: Cualquier sistema o soporte que contribuya a una mejora de la circulación social de la información cumple su requisito de favorecedor del florecimiento de la cultura. La digitalización combinada con las infraestructuras de redes son un nuevo y poderoso canal de distribución de la información que permitirá compartir más entre más.
No debemos confundir los libros con eso que llamamos cultura. El libro es el elemento material que sirve, entre otros muchos, para hacer circular la información que constituye nuestra cultura.

Esa cultura que hoy tenemos en forma de papel encuadernado puede haber pasado, como la Odisea, por un estado de oralidad, por papiros, pergaminos y papel, por voces, manuscritos e impresos. Hoy ya está en soporte digital y sigue tan fresca como hace casi tres mil años.
Los nuevos soportes están permitiendo recuperar mucha información de etapas anteriores (digitalizaciones de archivos y fondos de bibliotecas) y haciéndola circular socialmente. En este sentido, muchas obras inaccesibles para la gran mayoría están a disposición de todos.
¿Cómo se verán afectados los libros?: como hemos señalado, hay muchos tipos de libros y, evidentemente, no todos se verán afectados de la misma manera. Como ya es posible apreciar en estos momentos, las obras de referencia (enciclopedias, diccionarios, etc.) son, en principio las más afectadas. Grandes volúmenes de información resultan más manejables y rentables, para el que los fabrica y para el que los utiliza, en este tipo de soportes.

Quizá no sea inteligente pensar en los nuevos productos culturales desde la analogía con el libro, es decir, como rivales. La revolución digital está más allá de una rivalidad con el libro. Quizá lo que debamos hacer es plantearnos qué tipo de potencialidades creativas es capaz de desarrollar, es decir, si puede dar lugar a nuevos elementos que satisfagan nuestras necesidades culturales, por un lado, y permitan solventar aquellos problemas que las tecnologías anteriores no permitieron.
El libro es un soporte que se ha ido depurando a lo largo de la historia. Este proceso de evolución lo convierte en un instrumento altamente funcional y difícil de sustituir en muchos de sus cometidos. Mientras cumpla sus funciones mejor que cualquier otro soporte, el libro se mantendrá. Será sustituido en aquellas funciones específicas en los que otro soporte obtenga resultados mejores. Así ha sido siempre.
Desde el punto de vista de la literatura, este concepto está muy identificado con el soporte que permitió su desarrollo social. Como señala Roger Chartier, «los autores no escriben libros; no, escriben textos que se transforman en objetos escritos, manuscritos, grabados, impresos...» [ 4 ]. Creo que la capacidad humana de elevar a un nivel expresivo cualquier elemento material, desde la arcilla a la palabra, también podrá actuar sobre estos nuevos soportes. Quizá de lo que debamos ocuparnos no sea tanto de saber cómo afectarán a la literatura, sino de buscarles un nuevo nombre o categoría.

La literatura es el arte de la palabra, no el del papel. Tanto si resuena en nuestros oídos por boca de un juglar, como si aparece en un códice iluminado a mano o sobre un papel que ha pasado por prensas, la literatura es palabra. Cada medio y soporte posee sus propias características, pero no son la palabra. Sólo favorecen su difusión. Los nuevos soportes digitales también acogen la palabra y, por muy técnicos que nos puedan parecer, siempre hay detrás, en esas palabras, un ser humano queriéndose comunicar o expresar, haciéndonos llegar sus ideas y sentimientos, su palabra.

Notas:

Robine, Nicole, La lectura, en Escarpit, Robert y otros, Hacia una sociología del hecho literario, Madrid, Edicusa (Ed. Cuadernos para el diálogo), 1974, pp.221. Definiciones recogidas y agrupadas como Documento II, en Escarpit, Robert y otros, Hacia una sociología del hecho literario, Madrid, Edicusa (Ed. Cuadernos para el diálogo), 1974, pp.275-276.

Joaquín Mª Aguirre Romero, Sistemas de gestión y producción editoriales en línea y sus aplicaciones en el ámbito universitario, en Actas del II Congreso Nacional de Usuarios de Internet e Infovía, Madrid, Asociación de Usuarios de Internet, 1997, pp. 259-265. Roger Chartier, El orden de los libros, Barcelona, Gedisa, 1994, p. 30.
© Joaquín Mª Aguirre Romero 1997