miércoles, octubre 25, 2006

El beso de Judas

















El beso de Judas
Por Mari Carmen Gerardo

Lea-Imprima este texto en formato PDF

Para los antientregados
Para los antiamorosos
Para los antiéticos
Porque negarte siempre fue una traición

I
El alimento de los dioses está formado de conciencias humanas. Pero el alimento de quien enseña es una conjunción de estas conciencias a través de la voluntad para la búsqueda, la búsqueda por el conocimiento mismo.

El estremecimiento surge con el sabor de la ingratitud, que finalmente es un lugar común, pero cuando va tamizado con la traición, el ser humano se aleja de la creación. Nada sucede.

La formación moral siempre es cuestionable cuando se mira a través de la cotidianidad pero la ética lo deja muy claro: No hay puntos medios, o es blanco o es negro. Las hojas crujen cuando las pisamos.

Ella se acerca a darme un beso en la mejilla y surge la pregunta dulce: ¿Podemos vernos al espejo? Al verse nos hundimos en 35mm para descender ante Pedro quien negó a Jesús tres veces antes del amanecer y lo amaba.
La nada es la indiferencia del “no saber”, estar borrado de la historia, igual a una mañana sin un café negro pasando por la garganta.

La imaginación es la verdadera nutriente del conocimiento, tal como lo señaló José Lezama Lima, es la claridad para dar solución sin transgredir, sin violar la intimidad del otro. El cristal del espejo se rompe, sólo de la esquina. Siempre hay que animarse a ver el mar en tiempos de norte.

Porque el azul al dejar de serlo deja la fotografía fiel , repite la misma acción, el obturador deja chasquidos , Judas entrego a Jesús por egoísmo , el amor al ser incondicional, en estos días de violencia no es reconocido, cuando la mente lo percibe termina huyendo del milagro
Las flores han dejado de existir…


II

He caminado mucho huyendo de los recuerdos, nunca se extraña lo que no se tiene, una gran falacia de un aprendiz de filósofo desconocido, la realidad está en una canción de Joaquín Sabina “tu bien sabes que solo jalan hasta los huesos los besos que no se han dado, los labios del pecado”.

Y me detengo irremediablemente sobre tu cara extrañando no haberte dado la ternura, la presencia, decirte que “es mentira que sepa lo que quiero ““es mentira que nunca te haya mentido”.
En ti cometí el mejor beso de Judas, te lo di seis veces no tres como Pedro a Cristo, te negué y con eso se fue parte de mi espíritu porque cada partícula de sudor te sigue por las escaleras, vislumbra entre los espejuelos, se vuelve paranoica.
La locura amorosa es un intervalo que sólo encuentra respiro en la amistad, en la contemplación del otro, en hundirse en otra piel, pintar las paredes con la arena blanca de otro mar.
El amor que se deja ir se funde en culpas ajenas y sólo después en goces propios, en violaciones más que en acuerdos, en premeditación más que en arranques espontáneos; comprendo finalmente que ya no eres mío.
La pasión lleva lejos, a una ciudad desierta y sedienta donde se realiza el rojo ceremonial de los sillones, en esa ciudad desierta donde por primera vez siento frío…

“Nos amaremos en la otra vida cuando tú y yo seamos gatos”