lunes, diciembre 25, 2006

Manuel Salinas: libro y cultura tecnológica





















El libro ante la digitalización de la cultura
y la convergencia tecnológica.

Por Manuel Salinas Arellano

La digitalización de la cultura, como parte de la gran revolución científico técnica que estamos viviendo, suma en sus efectos radicales transformaciones en la producción de libros, en las prácticas de la lectura, velocidad en la distribución de la información, el paso de un sistema lineal y cerrado de producción y percepción del conocimiento a otro no lineal, centrífugo, abierto, interactivo, de opciones de retroalimentación inmediata y de transformaciones en las prácticas de lectura, que hasta ahora en vez de competir con el libro impreso han contribuido a mejorarlo y complementarlo.

La historia del libro se remonta a más de cinco mil años y su influencia ha sido determinante para el desarrollo cultural de todos los pueblos. Es un producto ancestral fuertemente arraigado en la vida cotidiana.

Las primeras influencias o afectaciones de la revolución científico técnica que estamos viviendo, a partir de la digitalización de la cultura, consideramos que han sido positivas en cuanto a la producción de libros: procesos de impresión que aceleran y disminuyen costos, diversificación de los paradigmas de diseño gráfico aplicados al hasta hoy medio de comunicación más antiguo y posiblemente el invento más fecundo del ser humano, mayor acceso a la autoedición impresa impulsando la cultura independiente.

El libro impreso ha heredado sus rigores de estructura, metodología de contenidos y edición a los libros electrónicos que siguen un camino distinto al mayoritariamente recorrido por los productores y usuarios de la multimedia e Internet, que es el de la frivolización de los contenidos.

En contradicción con los portentosos avances científico técnicos orientados a la producción de libros impresos, los niveles de lectoría siguen preocupando, pero hay que recordar sin caer en el conformismo, que ésta ha sido una preocupación permanente de las sociedades en su conjunto y en el trayecto de la historia de la lectura se han aplicado proyectos de desarrollo cultural que la consideran de manera importante, con estrategias efectivas que desafortunadamente en el transcurso del tiempo se han abandonado a niveles de políticas culturales, no así en los proyectos de cultura independiente.

Pero estamos en ello y hasta hoy el libro electrónico se ha posicionado como una alternativa cultural que permite compartir la producción de conocimiento o de productos artísticos de manera inmediata, con valores agregados que ya nos son comunes como es la autoedición, control de todo el proceso de producción y distribución, herramientas digitales progresivamente más amigables y aportaciones constantes a la constitución de una estética digital, que se ha desplazado a veces de manera perturbadora de una estética del objeto a una estética del proceso.

Si miramos hacia las transformaciones que ha tenido que hacer el cinematógrafo para adaptarse a las nuevas necesidades de su público, en un entorno de convergencia tecnológica y digitalización de la cultura, llegamos al convencimiento de que es el público el que se ha beneficiado. Actualmente el cine de sala se ha complementado con el acceso de la gente a reediciones digitalizadas de obras de la cinematografía, con valores agregados como es la interactividad y que contribuyen al acceso a una cultura cinematográfica cuyas obras fundamentales habían sido relegadas a la experiencia y conocimiento de una elite, constituida mayormente por los cinéfilos de culto y los críticos o al público con mayores recursos para mantenerse actualizado.

De esta manera el cine, la televisión, la multimedia, los sistemas de televisión abierta y de paga, Internet, los dispositivos electrónicos de uso individualizado y los que surjan durante este mes, han abierto una gama muy amplia de nuevas “formas de lectura”.

La lectura es un factor a considerar muy importante en estas aceleradas transformaciones que estamos viviendo en un contexto de hibridación de producción, distribución y consumo de libros en la digitalización de la cultura.

Las prácticas de lectura se han transformado velozmente y como ya ha sucedido con los medios emergentes, en vez de una sustitución absoluta se experimenta una hibridación tanto en el uso de los medios como en los hábitos de decodificación de sus contenidos.

Para finalizar hemos considerado pertinente recurrir a un bello texto impreso realizado por investigadores especializados que aportan una Historia de la lectura en occidente[1] del que sustraemos algunas consideraciones que nos parecen relevantes:

1. La transmisión electrónica de los textos impone nuevas maneras de leer.
2. La nueva representación de lo escrito modifica la noción de contexto, sustituyendo la contigüidad física entre unos textos presentes en un mismo objeto(un libro, una revista, un periódico)por su disposición en unas arquitecturas lógicas, las que gobiernan las bases de datos, los ficheros electrónicos, los repertorios y las palabras clave que posibilitan el acceso a la información.
3. Redefine la “materialidad” de las obras al romper el vínculo físico que existía entre el objeto impreso(o manuscrito)y el texto o los textos que contenía, proporcionando al lector y no ya al autor o al editor, el dominio sobre el desglose o la presentación del texto que ofrece en la pantalla.
4. Se establece una reorganización completa de la “economía de la escritura”. Presenta una posible simultaneidad de la producción, transmisión y la lectura de un de un mismo texto, y al reunir en un mismo individuo las tareas, hasta ahora distintas, de la escritura, la edición y la distribución, anula de esta manera las distinciones antiguas que separaban los cometidos intelectuales y las funciones sociales.
5. Obliga a redefinir todas las categorías que, hasta ahora, formaban parte de lo esperado y percibido por los lectores.
6. El lector puede ahora convertirse en coautor.

Las transformaciones que está teniendo el libro con sus nuevas alternativas tecnológicas nos indican hasta hoy, que continuará el desarrollo de una hibridación saludable para el desarrollo cultural, entre libros electrónicos, medios de comunicación tradicionales y digitalizados y el libro impreso, anunciando así una mutación radical en la concepción, producción, distribución y consumo del libro impreso en el que los esfuerzos de la cultura independiente y crítica mantendrá el camino de los valores humanos ante la lógica del mercado.

[1] Cavallo Guglielmo y Chartier Roger. Historia de la lectura. Taurus. Madrid, España. 2001.