viernes, diciembre 01, 2006

El Cervantes para Gamoneda





Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), fue galardonado ayer con el Premio Cervantes, el máximo reconocimiento de las letras hispanas. El jurado, entre cuyos miembros figuró Sergio Pitol, premiado el año pasado, destacó "su decisiva contribución al patrimonio cultural hispánico".
Gamoneda que dijo sentirse "sólo el mejor poeta de su barrio”; acotó que cree que la concesión del Cervantes no cambia su poesía: "Mi poesía en su consistencia verdadera no es mejor hoy que ayer", recalcó.
En 1960 publicó sus primeros poemas, escritos muchos años antes, y también se convirtió en víctima de la censura de la dictadura de Franco, que prohibió que su Blues castellano saliera a la luz. Incluido en la Generación de los 50 pese a sentirse alejado de esa línea poética, Gamoneda destiló una poesía con conciencia moral muy implicada en la resistencia antifranquista. Tras la muerte de Franco y después de algunos años de silencio poético y de "frustración ideológica", volvió a la literatura con libros como Arden las pérdidas, donde reflexiona sobre la pérdida, el olvido, el paso del tiempo y la muerte; Libro del frío, Descripción de la mentira y Lápidas.

Cuando se le pregunta por qué no se siente parte de la generación del 50, dice que él es sólo un hombre "que escribe poesía", sin pertenecer a grupos ni asociaciones; y sobre la poesía confiesa que "la literatura es ficción, la poesía realidad. No necesita ser realista porque es una realidad en sí misma: se desprende de nuestro sufrimiento, de nuestro placer, y forma parte de nosotros como nuestros sueños". Los que le conocen dicen de él que es un trabajador "incansable".

Presentamos aquí, tres de sus poemas



Caer en un rostro, existir
con su respiración y con su boca...
Cuando tú estabas en peligro;
tú gritaste, mas fue
en la garganta de otro ser humano;
se levantó tu cuerpo
y fue en los brazos de otro ser humano.
Entonces comprendías.
Y tu necesidad y tu dolor
no fueron nunca como antes. Tú
ya no ves signos. Ahora, tú desprecias
todas las dudas. Y tu pensamiento
no es espejo que calla; ya es amor
y destino y conducta y existencia.

ESTAR EN TI

Yo no entro en ti para que tú te pierdas
bajo la fuerza de mi amor;
yo no entro en ti para perderme
en tu existencia ni en la mía;
yo te amo y actúo en tu corazón
para vivir con tu naturaleza,
para que tú te extiendas en mi vida.
Ni tú ni yo. Ni tú ni yo.
Ni tus cabellos esparcidos aunque los amo tanto.
Sólo esta oscura compañía. Ahora
siento la libertad. Esparce
tus cabellos. Esparce tus cabellos.

Sábado:


El animal que llora, ése estuvo en tu alma antes de ser amarillo;
el animal que lame las heridas blancas,
ése está ciego en la misericordia;
el que duerme en la luz y es miserable,
ése agoniza en el relámpago.
La mujer cuyo corazón es azul y te alimenta sin descanso,
ésa es tu madre dentro de la ira;
la mujer que no olvida y está desnuda en el silencio,
ésa fue música en tus ojos.
Vértigo en la quietud:
en los espejos entran sustancias corporales y arden palomas.
Tú dibujas juicios y tempestades
y lamentos.
Así es la luz de la vejez, así
la aparición de las heridas blancas.
* * *
Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el
silencio de las últimas ramas.
Esto era el destino:
llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.