martes, noviembre 28, 2006

J.Joaquín Pérez Tejada: Cortazar-Michaux


Julio Cortázar visita a Henri Michaux
o El gran combate entre cronopios y meidosems
Por Juan Joaquín Pérez Tejada


La idea de este texto es mostrar de forma sencilla las similitudes o semejanzas que encontré en mis lecturas de estos dos autores fascinantes y compartirlos con amigos y otros lectores, no se trata de un ensaya sesudo ni de desenmascarar absolutamente nada.
Hace varios años me regalaron La vida en los pliegues de Henri Michaux en la traducción de Víctor Goldstein y editado por Ediciones Librerías Fausto, Argentina 1976. El libro es, en su mayoría, de poemas en prosa y trae una sección que se titula “Retrato de los meidosems”. Cuando terminé de leerlo me quedé con la sensación que se parecía mucho a Historia de Cronopios y famas, uno de mis libros favoritos, de Julio Cortázar. No sé exactamente por qué me ragalaron el libro de Michaux, pero en ese momento comienza esta historia.
Hace dos años me encontré, leyendo los Diarios de Alejandra Pizarnik (Lumen, 2003), la siguiente página:

15/VI
Empecé La vuelta al mundo en 80 días (la nota a pie de página dice: se refiere al libro de Julio Cortázar, La vuelta al día en 80 mundos) La evidencia de la impostura es excesiva y, no obstante, la magia verbal de Julio más su seguridad de ser el primero (que plagia a aut. [ores] desconocidos en Arg. [entina]) más su exaltación al adoptar la pose de cronopio exaltado y desordenado, todo eso concede al libro una dignidad inmensa. Olvido lo principal: Julio es, antes que un gran escritor, un gran lector. También como Eliot, es un gran plagiador, un gran calculador. Por otra parte, tiene el sentimiento de la grandeza. Y no obstante, hay algo de viejo en esa apelación que hace a la no-seriedad, sin duda porque él mismo quisiera no ser serio. Pero yo, que lo envidio –algo desde arriba, naturalmente- y lo envidio precisamente por su espíritu lúdico y calculador (nada pueril, como dice cuando plagia a Michaux) y lo envidio por su tenacidad, por su modo de vivir para la literatura sin juzgar su razón ni su vida, yo quisiera ser muy seria. Y no es verdad que chez nous se escriba muy seriamente. Pasa lo contrario. Julio lo dice porque cree que antes nadie lo dijo y de esta suerte conquista a los jóvenes prematuramente rebeldes y a los viejos jóvenes. En fin, debo leerlo por un asunto verbal (aprendizaje del idioma, del cálculo, si quiero vivir…)

(p. 445. Diarios, Alejandra Pizarnik. Lumen, 2003)

Cuando leí esto me acordé enseguida del libro de Michaux que había leído. Y pensé que no era el único que había visto la semejanza. A partir de mi lectura de Pizarnik surgió más mi interés por la obra de Michaux y comencé a buscar títulos de este poeta belga (es pura coincidencia que Cortázar haya nacido en Bélgica también). Encontré un libro hermoso, aunque muy caro que se llama Frente a los cerrojos seguido de Puntos de referencia (Colección La cruz del sur Editorial pre-textos, 2000) y en la Feria Internacional del libro de Guadalajara, apenas el año pasado, Poemas escogidos en la traducción de Julia Escobar, (ella es la misma traductora de libro antes mencionado) Colección Visor de Poesía (Visor Libros, 2001). El primer poema de este libro me deparó otra sorpresa, el poema se llama El Gran Combate y está dedicado A R.M. Hermant

Lo emparrilla y lo endosca contra el suelo;
Lo raguea y lo ruspetea hasta su drálito;
Lo pratelea y lo libuquea y le basuflea los olleros;
Lo tocardea y lo marminea,
El manageo rapa en ri y ripa en ra
Por último lo descorcobaliza.

Esta primera estrofa, aunque no idéntica, era muy similar o me recordaba en el mejor de los casos, a un cuento de Cortázar que se llama La inmiscusión terrupta de Último round (Siglo XXI editores, 2001) que igualmente trata de una pelea, esta entre la Señora Fifa y la Tota y que los promotores de lectura usamos mucho en talleres para poner alguna actividad de comprensión lectora: Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía (…) Por segunda vez se le arumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la Señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de esas que no te dan tiempo al vocifugio.

Y podría seguir la segunda estrofa del poema de Michaux:

El otro duda, se despudriña, se desface, se retuerce y se desploma
Pronto no quedará nada de él;
Se recupera y se enmargina…pero en vano
El aro cae si ha rodado mucho.
¡Abrah! ¡Abrah! ¿Abrah!

El cuento de Cortázar continúa y un señor entra a meter paz y ambas gladiofantas le dan de golpes y se van muy orondas haciendo cuento del dicho el que mete paz saca más. En ambos textos hay un juego con la forma del uso de los verbos y de los sutantivos que nos dan claves para entender la dinámica del juego verbal. Cortázar diría después que el lenguaje que usa en ese texto como en del capítulo 69 de Rayuela es el gíglico. Lo de Michauz se parece a lo que Alfonso Reyes bautizó como jintanjáforas pero que nos son eso exactamente. El poema de Michaux data de 1927 y la edición donde viene el cuento es de 1969.
Otro ejemplo, de estas visitas a la obra de Michaux por parte de Cortázar es la que vemos reflejada en la obra de Historias de cronopios y de famas, escribe Michaux:

Retrato de los Meidosems

Por otra parte, como todas las Meidosemas, ella no sueña
más que con entrar en el Palacio del Confeti.

Sobre la paternidad de estos seres dice el poeta belga:

Y mientras la mira, le hace un niño del alma.

Y en otro poema,

Inmensidad desierta. Castillo igualmente desierto. Altivo, pero desierto. Y balancea a su hijo en el viento, en la lluvia.
¿Por qué? Porque no podría volver a traerlo a su casa vivo. Al menos, no sabe como arreglárselas. Y balancea a su hijo en el viento y la lluvia. En ese desenlace vive. Pobremente.
Y ambos sufren por eso. Pero no logran cambiar la situación, que tanta falta le haría.
Ahora U.L. Estas son las relaciones que tiene con el suyo. Su propio hijo no está tan lejos. A no más de diez pasos. Eso no vale mucho más. Apenas si lo observa. De tanto en tanto, le dice: “¡Tú! ¡Tú!” Es todo. No tienen otro trato. No es muy reconfortante ¡Tú! ¡Tú! gritado con un soplo por lo demás contenido. Pobre ayuda. Pero no nula, sin embargo, no, no nula.
Los Meidosems todavía tienen muchas otras maneras enojosas de tratar a sus niños del alma. Habrá que hablar de eso. No hay casi niños del alma felices.

Por su parte el narrador argentino cuenta:

Los cronopios no tienen casi nunca hijos, pero si los tienen, pierden la cabeza y ocurren cosas extraordinarias. Por ejemplo, un cronopio tiene un hijo, y en seguida lo invade la maravilla y está seguro de que su hijo es el pararrayos de la hermosura y que por sus venas corre la química completa con aquí y allá istas llenas de bellas artes y poesía y urbanismo. Entonces este cronopio no puede ver a su hijo sin inclinarse profundamente ante él y decirle palabras de respetuoso homenaje.El hijo, como es natural, lo odia minuciosamente. Cuando entra en la edad escolar, su padre lo inscribe en primero inferior y el niño está contento entre otros pequeños cronopios, famas y esperanzas. Pero se va desmejorando a medida que se acerca el mediodía, porque sabe que a la salida lo estará esperando su padre, quién al verlo levantará las manos y dirá diversas cosas, a saber:

Acerca de la forma tanto de los Meidosem como de los cronopios dicen:

Toman la forma de burbujas para soñar, toman la froma de lianas para conmoverse
Apoyada contra un muro, un muro que por lo demás nadie volverá a ver, una forma hecha de una cuerda larga está allí. Se enlaza.
Eso es todo. Es una Meidosema.
Y espera, levemente abatida, pero mucho menos que cualquier cordaje de su dimensión apoyado sobre sí mismo.
Espera.
Jornadas, años, vengan ahora. Ella espera.

Y en otro poema escribe:

Algunos bultos caídos de un carro, un alambre que se balancea, una esponja que bebe y ya casi se llena, la otra vacía y seca, un vaho sobre un espejo, una huella fosforecente, miren bien, miren. Puede que sea un Meidosem. Puede que sean todos Meidosems… agarrados, picados, hinchados, endurecidos por sentimientos varios…
(Michaux)

De La tristeza del cronopio

(…)Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas que remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a las once y cuarto.(…)Yo tengo un reloj con menos vida, con menos casa y menos acostarme, yo soy un cronopio desdichado y húmedo.Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja el cronopio una tostada con sus lágrimas naturales.
(Cortázar)

De los Meidosems se ha dicho que son criaturas delicadas, dañadas constantemente, sufriendo pero sobreviviendo y afianzadas con abrazadera a su debilidad. Y casi los mismo se podría decir de los cronopios.
Como podemos leer y comparar las similitudes son en cuanto a temas, tonos y ciertas características de la sensibilidad de los personajes, no una copia sino una recreación, por supuesto.
En una entrevista Cortázar comenta: En cuanto a Michaux, claro, leí Plume; fue el primer libro suyo que leí en la edición de Gallimard en francés, y esos pequeños cuentecitos tienen que haber ejercido una influencia en mis cronopios que iban a nacer muchos años después. Son esas cosas de las que uno se da cuenta más tarde; no sé si algún crítico lo ha visto, pero yo creo que, sin esos textos de Michaux, a mí tal vez no se me hubiera ocurrido escribir a los "cronopios".
(De la entrevista "Julio Cortázar, lector", por Sara Castro-Klaren, Publicada en Cuadernos Hispanoamericanos, ns. 364-366, octubre-diciembre, 1980, Madrid)

Pero, más que los cronopios, o además de a ellos, los textos de Plume se parecen a las narraciones breves que aparecen en Un tal Lucas de Cortázar. El título de Michaux en francés es Un certain Plume que se podría traducir como Un tal, Pluma (Pluma hace referencia a la palabra que se usa como sinécdoque de escritor, una pluma). En ambos, como un poco en los cronopios, se cuentan las desventuras simpáticas y sucesos cotidianos que le pasan a un personaje ciertamente ingenuo. Se podría decir que de tal palo tal astilla.
A estas coincidencias se les llama intertextualidad, influencia, coincidencias, similitudes, préstamos, afinidades, diálogo. Pizarnik le da por llamarle plagios (nada pueril, como dice cuando plagia a Michaux).
Cuando leí y comenté estos encuentros que había tenido, con la obras de estos autores, con algunos amigos admiradores de Cortázar sentí que les había dicho algo así como Santa Clos no existe, miren. Espero que no se sientan así. A mí este descubrimiento sólo me causa cierta fascinación que no sé si llamar perversa.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que artículo tan interesante.
Ya Heminway lo decía (sólo que con otras palabras que ya no recuerdo, malditas drogas): el día en que se acaben los "préstamos", se acaban las novelas.
Ahora, que hay de plagios a plagios. De los pobres cronopios al alqimista de Coelho, me quedo con el sangrón de Costázar.

Fer

11:55 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Atinado Post, JJ. La idea para un libro, lo sé muy bien ahora, tiene origen en cualquiera de estos lugares: la imaginación, la actual experiencia o el plagio. Algunos lectores creen que los plagios provienen de los libros, pero esto es incorrecto. Nos hemos educado bajo la idea de que el individuo que escribe es un resorte básico de la opinión. Toda disuasión de la opinión, por supuesto, es 99 por ciento plagio, porque es la única parte del proceso en que él que escribe, no participa. Esta persona es llamada el autor. Un autor es una persona que nunca pensó en escribir un libro o siquiera una carta personal. La línea mental del autor es el equivalente del Melate: todo lo que se necesita es un lápiz y un sueño. Y encima nos dirán que eso es lo propio de las minorías exquisitas, de los geniales que van contra corriente: “¡Usted sí que sabe!”. ¿Qué queda, pues, para salvar la firma literaria?

G.

3:35 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

En cuanto al artículo de Juan Juaquín. Definitivamente no lo llamaria plágio; es algo que de
alguna forma está en todos nosotros. Calderón de la Barca bebió en los clásicos, y Borges, no me queda duda, se alimentó de la literatura indú, al igual que
Kiplin. La realidad, es que lo que captura, no sólo es lo que se cuenta, sino, cómo se cuenta.

Isabel Lorenzo.

6:49 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

En Rayuela se menciona a Michaux directamente, en la sugerencia de Lectura de Chantal Maillard en "Retrato de los Meidosems", también se lo asocia a los Cronopios de Cortázar, además de Boris Vian.

6:22 p.m.  
Blogger Unknown said...

Estaba leyendo a Henri Michaux y de pronto lo vi todo claro, inmediatamente escribí en google el nombre de Cortazar y Michaux juntos y apareció tu blog. Me quedé más tranquilo y a la vez con un poco de envia al saber que no soy el único que ha descubierto este plagio tan interesante como obvio. La pregunta es ¿habrá cierta, aunque sea la mas mínima intención, de engañar al lector al no haber sido Michaux traducido al castellano mucho tiempo después? Si es así Cortazar me parecería mejor escritor aun, a la altura de la pintura de picasso.

7:28 a.m.  

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