martes, noviembre 28, 2006

Lo distinguido, según Rementería


Lo distinguido, según Julen Rementería
Por Ignacio García


El pasado domingo, 26 de noviembre, el zócalo de Veracruz se vio convertido en pasarela y escaparate del cabildo veracruzano. El monopolio televisivo TV Azteca -- a quien el foxismo otorgó prebendas de peso completo para hacer y deshacer lo que quisiera en comunicaciones-- “produjo” su insulso y maromero show de La Academia en diversos estados de la República de donde son originarios los “finalistas” de ese bodrio.

Sabedores de que la voz de la televisora es ley donde quiera se pare, los miembros del cabildo jarocho no dudaron: se desvivieron para montar (aquí eso se le llama “cooperar”) un numerito, y cedieron el zócalo para un dizque cantante, que ni jarocho es, si bien veracruzano. Claro, la excusa que se da en patios y oficinas de Palacio Municipal es que hay que “promover” la imagen turística de la ciudad (¿con ese espectáculo tan infame?) y, de paso, publicitar el nombre del alcalde las más veces que se puedan, para que cuando aspire a otros puestos políticos la gente lo recuerde y diga: “acuérdense que Julen trajo a la TV Azteca al zócalo...” Tan pobre nivel de juicio político se tiene, que de todo sirven para hacer la polaca.

Así, la televisora se hizo del espacio y presentó a un tal Samuel; dizque cantante, quien sólo hizo el ridículo tratando de interpretar (con cero talento y menos voz) una pieza musical que cualquier jaranero de los que andan por el Portal, lo habría hecho mucho, mucho mejor: desentonado, fingido, apadrotado, ese tal Samuel confundió "Ojalá que llueva café" con una reggaeton todo descompuesto.

Pero bueno. Cada quien en este país es libre de divertirse como le venga en gana, y cada uno es (de acuerdo a AGN) “terrorista de su propio destino”. Lo más absurdo no ha sido la transmisión de este bodrio, sino la actitud del alcalde Julen Rementería al hacernos saber cuáles son sus parámetros para considerar a una persona “Ciudadano Distinguido”.

No sabemos si obligados por aquella televisora (que en el “paquete” endilgaba al cabildo un "reconocimiento" al "cantante" firmado por el alcalde), o fue uno de los talentosos miembros del cabildo a quien se le ocurrió la idea, o (why not?) el mismo alcalde quiso quedar bien con el país, y se le ocurrió otorgar tal nombramiento a ese remedo de cantante, y, además, en cadena cost-to-cost como dicen los gringos.

No sabíamos, señor alcalde, que esos eran sus criterios para tan importante nombramiento; que el tal pergamino lo merece alguien sólo porque “sale” en TV Azteca, y hace como que baila y se degañita; un ciudadano “distinguido” que dentro de cuatro meses va a andar cantando en bares y cantinas de medio pelo, tal y como lo hacen un 90% de los egresados de ese concurso televisivo deleznable.

¿Distinguido? ¿En qué señor alcalde? ¿Distinguido por qué Sr.Rementería? ¿Porque así se lo obligaron a hacer como parte de la fanfarria televisora? Por lo que se ve, para usted alguien distinguido es aquel que se desvela, hace cola y luego casting para enrolarse en una competencia degradante. ¿Sabe usted qué hacía este Samuel, por usted alabado, hace apenas ocho semanas, y antes de convertirse en un producto de consumo? ¿Lo sabe? De acuerdo a lo visto este domingo, para usted es “distinguido” aquel que se involucra en un show a lo Laura Bozo, y se presta a la comedia estudiada y bajo control estricto. Es “distinguido”, según usted, aquel que participa en programas de reacciones manipuladas, que incluyen la degradación de la persona, el falso llanto, la depresión fingida, la programación de la baja auto-estima, la psicología del poder sobre el aspirante y la humillación a ultranza.

Pero, bueno, sí: sí parece entenderse por qué en la alcaldía se tiene ese modelo de ciudadano disntinguido, y bajo el criterio más que miserable se le hacen honores: porque ese tipo de personajes, modelados y convertidos ex-profeso en iconos de la mercadería, practican un reality show muy parecido al al que ejercen sobre nosotros quienes nos gobiernan.

Diga usted, Señor alcalde, con el respeto debido, si puede a un individuo “distinguírsele” cuando ya de entrada ha vendido parte de su joven vida a una televisora, y ha esclavizado, en ese solo acto, mucho de su conciencia a través de un “contrato” de exclusividad leonino que lo condena a no ser dueño de sus actos; a veces, por tiempo indefinido: si no, que le pregunten, por ejemplo, a Alan Tatcher. Se ve que vivimos un tiempo en que no importa a quien se le rinde lisonja o hace caravana, con tal de complacer y acercarse lo más que se pueda a los reflectores del poder afianzados y pro-hijados por el Estado.

Pero no toda negligencia es inútil. Usted, con los parámetros que ha mostrado a todo México de lo que significa ser un ciudadano “distinguido” --la ligereza con la que ha otorgado reconocimientos a quienes aparecen en la (el término es de Mosiváis) "caja idiota"-- ha alertado a intelectuales, artistas, académicos, deportistas, policías, bomberos, oficinistas, obreros, miembros de su propio cabildo y demás gente honorable de la ciudad que usted gobierna, para estar atentos y tomar nota de la calidad de los premios que salen de sus manos. Usted ha quedado muy bien con el monopolio de Salinas Pliego: ha quedado muy mal parado con quienes aún tenemos dignidad de conciencia, y sabemos distinguir entre lo respetable y la ignominia.