miércoles, noviembre 08, 2006

Marina



Marina

Por Jorge Reyes

Ayer miraba en el televisor. Como siempre, las noticias de las 10 de la noche, después de cenar la comida congelada de los miércoles --pollo con verduras que de seguro son transgénicas. Siempre me lo repito, no sé porque las sigo comprando si esos paquetes en verdad son dañinos, quizá aún sigue engañándome lo llamativo de sus presentaciones y por eso es que los compro.

Apago el televisor, y llevo el plato casi lleno a la cocina, lo deposito en un bote de basura, que fue el regalo de la navidad pasada de parte de la empresa: las iniciales dibujadas sobre la tapa me lo recuerdan todos los días, me detengo y camino hacia el refrigerador. Saco el bote de jugo; no lo puedo pasar por mi garganta, el nudo de la corbata me sigue apretando. Como siempre, he olvidado deshacerlo, así que, de un jalón, hago trizas el nudo y bebo el jugo. Cierro el refrigerador y dejo el jugo afuera cerca del lavamanos; nunca me ha gustado el jugo tan frío, lo dejo afuera por si quiero beberlo más tarde.

Salgo de la cocina y me quito la camisa. Huele a formol, no puede pasar ni un día sin que se impregne de ese maldito olor, que hace que ni siquiera mi gato se acerqué a mí, me mira desde lejos y mejor se aleja.

Llego a la recámara, --buenas noches mi vida--, suelo repetir esa frase a diario, pero nadie me contesta; cruel realidad: sigo soltero y vivo solo con un gato. Pero me agrada decir esa frase como si alguien me estuviera esperando. Tiro la camisa y la corbata sobre la cama, me acerco al pequeño librero que tengo, tomo un libro sin ver el título. Abro la primera página y un pequeño papel cae sobre mis pies, al levantarlo, observo que trae escrito CASA DE MARINA 6-16-46, y me vienen a la mente tantos recuerdos de la escuela cuando aún estaba en la facultad. Siempre fuimos grandes amigos, tuvimos un romance de meses y a escondidas porque ella tenía un novio. Yo me divertía con ella y siento que ella se divertía conmigo. No recuerdo exactamente cuándo terminamos o iniciamos, la pasábamos bien, tenía los ojos color miel, y el pelo siempre recogido, era muy inteligente, podía devorarse libros enteros y recitarlos como recetas de cocina. Eso realmente me sorprendía. Al término de la universidad, por el trabajo, se mudó a otro país y no supe más de ella, porque en realidad no teníamos nada serio; simplemente la pasábamos bien, sin compromisos ni ataduras. Vaya, aún tengo su rostro en la memoria, era tan linda. Sin pensarlo, ya estaba en el teléfono. Digité los primeros 3 números y me arrepentí, me dije: es una locura. Colgué el teléfono y bajé de nuevo a la cocina a beber el jugo. Ya eran las 11 de la noche. Mientras bebía recordé cuando nos besamos por primera vez, espontáneamente, en la universidad en clase de química, en el laboratorio derramé un químico en su bata, y ella salió rápidamente al baño a limpiarse, era ácido y el efecto en la bata le había causado un pequeño agujero. A su regreso me sentí mal y le ofrecí darle mi bata, ella insistió que no había problema que todo había sido un accidente, y lejos de enojarse, se portó amable y comprensiva, le propuse ir tomar un café después de clase y ella aceptó. Después de dos capuchinos como por arte de magia apareció el primer beso. En el transcurso del tiempo comprobé que aquella vez el ácido derramado le había hecho una pequeña quemadura en su tersa piel cerca de la entrepierna izquierda, y más adelante le quedaría tatuada por siempre una pequeña cicatriz en forma de V.

Tiré el envase de jugo vacío en el bote de la basura. Subí de nuevo por las escaleras, de lo nervioso, no me di cuenta y casi tropiezo con el gato. Al llegar a la recámara, volví a marcar el numero de MARINA, saqué el papel del bolsillo y digité los números, quizá podría ser una bonita sorpresa o un agradable reencuentro.
--Buenas noches, dije, --disculpe la molestia, se encontrará Mariana Valerio….
--No, no se encuentra, y creo que es un mal momento, quién la busca y para qué-- Me sorprendí por la contestación y me sentí un poco mal, la voz se escuchaba melancólica y triste. Soy un amigo de hace tiempo de la universidad más bien, tenía tiempo de no saber de ella y quise saber cómo estaba, la última vez que supe de ella, se había ido a trabajar a otro país.
-- Entonces ¿no sabe lo que paso?—
--No, ¿qué pasó?
--Pues murió-- M lo dijo así de seco y frío. --Murió en el accidente aéreo de la pasada semana, de ese que han hablado toda la semana en las noticias, se suponía que venía de regreso, y ella viajaba en ese avión, pero no la hemos podido brindarle santa sepultura por que pues no han entregado el cuerpo de la señorita—
Pregunté quién me respondía, en reacción a sus palabras. La trabajadora de la casa me respondió, “si quiere dejar algún recado”, dijo enseguida. Yole dije “no, así está bien” Colgué el teléfono y me tiré a la cama.

Me sentí un poco triste, pero ¿qué podía yo hacer? sino que recordarla por lo lindo que tuvimos en esa época de nuestras vidas, me dormí pensado en ella.

Las 10 de la mañana, llego otras vez tarde al trabajo. Paso a los vestidores a cambiarme, hay mucho trabajo, y ese maldito olor a formol al que nunca he podido acostumbrarme. Como siempre, Clarita la secretaria, aún no me trae las listas. Me desinfecto las manos con química, me pongo la bata y entro al salón. Un escalofrió me estremece, veo el termómetro y como siempre la temperatura está más arriba que de costumbre; es culpa del que hace guardia antes que yo. Cuento las camas, hay como 8 que tendré que revisar para el día de hoy, pienso adelantarme para beber un poco de café. Mientras me traen las listas, reviso la primer camilla. Me llama la atención que ésta trae una tarjeta de identificación con tonos dorado y en letras color azul, distinta a las demás. Empiezo hacer la revisión por la parte de abajo; no me gusta empezar por la parte de arriba como nos enseñan siempre en la escuela. Mientras voy revisando y analizando, ocultando, observado los detalles, me doy cuenta de algo y Marina viene a mi mente como un flash de nuevo…Quito la bata de un jalón, por completo. Desesperado, incrédulo de lo que me estaba pasando…

1 Comments:

Blogger Daniel said...

Orale, ben tema para un pequeño corto. Cuando estes de vuelta habrá tiempo.

3:11 p.m.  

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