Gabriel Fuster: Hit and Run
Foto: Camino del artista veracruzano Manuel Salinas
HIT AND RUN
Por Gabriel Fuster
Si no sabe nada acerca de vehículos motores, es aceptable pensar que conducirlos es emocionante porque son rápidos. Esta experiencia es satisfactoria al principio, pero luego de un rato aparece el sentimiento de que los peatones son un estorbo. Si usted maneja un auto y no simpatiza con la parte pedestre del libre tránsito, entonces pertenece a una de las dos personas que en el caso de colisión juega a perderse en el otro: el responsable civil o el responsable penal. Alfonso Ruiz Milan, el Crash Test Dummy del mes, se cruzó un semáforo en rojo para sentir los efectos del peligro, porque la gente que es rica, se ve urgida a consumir el tiempo de una manera extravagante, como llevar la potencia destructora de un carro veloz sobre la banqueta y golpear la cabeza de un indefenso, como antaño se suponía el coraje.
El taxista: Estoy aburrido de oír hablar del coraje del poderoso, señor. ¿Se sabe alguna historia?
Yo escribo cuentos. Le puedo contar alguno, pero no sé si resulte apropiado
El taxista: Tenemos tiempo con este embotellamiento
Entonces le contaré el relato sobre Dios y Adán y la denominación de los animales. Verá, Dios estaba bastante cansado al sexto día de la creación y le pidió el favor a Adán que le pusiera nombre a todos los animales en el paraíso.
-¿Qué animales? –Adán preguntó.
-Esos que ves –Contesto Dios
-¿Es necesario que tengan un nombre? –protesta Adán.
-Tú tienes uno, es lo justo –replica Dios.
El taxista: ¿Cómo se le ocurrió esta historia?
La historia trasplantada a la circulación de las placas de nuestros días, podría contarse más o menos igual: El moderno Dios cede al accidente sus poderes de represión que no es sino el fruto del azar, la manzana con leve sabor a gasolina. Ahora, si quiere escuchar el resto del relato, no me interrumpa
El taxista: Está bien
Adán pensó que Dios estaba loco, pero se lo calló. Se dirigió hacia donde estaban los animales reunidos y, luego de un rato, regresó con Dios con su lista de nombres.
-Aquí los tienes –comenta Adán
Dios revisa la lista y mueve la cabeza con señas de agrado.
-Todos están muy bien, excepto por el número 70....
-¿Qué sucede con ese? –pregunta Adán
-No sé, ¿Por qué diste a llamarlo elefante?
Adán mira a Dios, incrédulo
-Porque parece un elefante para mí
El taxista: ¿Entonces?
Eso es todo
El taxista: Me pareció un relato muy estúpido, señor
Es un mundo extraño. Herman Hesse escribió algo al respecto.
El taxista: Me agrada más usted cuando mueve a la opinión pública. Ojalá lo hiciera más frecuente.
Ya he hablado mucho de la gente que atropella a la gente y a la ética. Yo suponía que podía tocar un tema de actualidad mientras llego a mi destino.
El taxista: Me parece algo desafortunado, señor, porque no hay nadie como usted para mover a la opinión pública, pues cuando se pone a hablar de automóviles es usted muy chocante.
1 Comments:
Gracias Gabriel: an ácido y ocurrente como siempre.
Bien por tu blog, ya te estabas tardando... Saludos! Laura Haddad (Veneno Vil).
Publicar un comentario
<< Home