domingo, noviembre 26, 2006

Premio FIL a Monsiváis


Premio FIL 2006, a Monsiváis

Héctor de Mauleón
El Universal, Domingo 26 de noviembre de 2006

GUADALAJARA.- "Por lo menos hoy no podré dedicarme a la tristeza", dijo Carlos Monsiváis al recibir el premio FIL de Literatura 2006. La presidenta del Conaculta, Sari Bermúdez, bajaba en cambio del estrado con el semblante demudado. Una multitud la abucheaba. El grito de "¡fuera! ¡fuera!" estalló tres veces. Había acompañado el minidiscurso de agradecimiento que la funcionaria apenas pudo balbucear. Carlos Fuentes, José Saramago, Gabriel García Márquez y Nadine Gordimer, en la mesa de honor, quedaron paralizados. José Emilio Pacheco, caballerosamente, pidió silencio con las manos. Pero era tarde. La fiesta se había aguadado, en la que acaso iba a ser la última presentación pública de Sara Guadalupe Bermúdez. La funcionaria abandonó el salón llorando.

Colas interminables, tumultos en la puerta de entrada, lleno total, incluso ausencia de espacios dónde respirar y dónde moverse, fueron los elementos que decoraron el acto de premiación con que quedó formalmente inaugurada la presente edición de la FIL.
Un Monsiváis radiante encarnaba el género literario que ayer fue añadido por fin a las consideraciones estéticas del jurado de la FIL: la crónica.

Pacheco y Monsiváis se conocieron hace medio siglo, gracias a los artículos que ambos publicaban en la revista Estaciones, dirigida por Elías Nandino. Ahora, en un mundo distinto, transformada su vieja amistad en la "relativa familiaridad" que la monstruosa ciudad de México propicia, José Emilio recordó los días en que ambos solían ser antisolemnes, y en ese tono hizo la semblanza del escritor galardonado.

Frente a un público que celebraba cálidamente sus palabras, Pacheco aseguró que nadie puede responder a la pregunta: "¿Quién es Carlos Monsiváis?". Reveló que Monsiváis murió en realidad en 1980, víctima de una excesiva humildad escritural, y que entonces se contrató a un viejo actor de la Época de Oro del cine mexicano para que lo sustituyera. "Es ese actor quien escribió, en un búnker subterráneo de Portales, todo lo que hemos leído y releído desde entonces", aseguró.

Existe, sin embargo, una segunda versión sobre el misterio que envuelve a este personaje: Pacheco relató que, una tarde de 2004, el autor de Días de guardar presentó un libro en el Fondo de Cultura Económica. "A la misma hora estaba presentando otro en El Colmex, y simultáneamente asistió a una mesa redonda en la Sala Manuel M. Ponce". Todo esto ocurría mientras Monsiváis era también entrevistado en vivo por televisión, y mientras contestaba preguntas del público en un programa de radio.

Para Pacheco, tal ubicuidad sólo es explicable mediante el avance de la ciencia y el triunfo de la clonación: "Hay un ejército de Carlos Monsiváises que se fingen un solo hombre", dijo.
Luego, aseguró que, cuando en el año 2038, la FIL celebre "en su presencia" el centenario de Monsiváis (y se devele su estatua ecuestre), 2006 será recordado como el año de la primera apoteosis monsivaíta. El año en que llegó el Premio Nacional de Literatura, el año en que llegó el López Velarde, el año en que llegó el premio de la FIL.

Un día, aseguró Pacheco, el archivo secreto del Cisen dará a conocer las conversaciones telefónicas de Carlos, y entonces descubriremos una de las vertientes mayores de su obra, y comprenderemos por qué Monsiváis es el más público y el más secreto, el más elocuente y el más reservado de los escritores mexicanos.

Durante su discurso, Pacheco destacó las facetas menos conocidas de Monsiváis: su labor como crítico de la poesía mexicana en una época en la que ésta era desdeñada por todos, y sus relecturas extraordinarias de los también desdeñados escritores del siglo XIX, las cuales sirvieron para revitalizar, entre nosotros, dicha tradición.
José Emilio cerró con la frase que en 1972 Octavio Paz dedicó al autor galardonado: "Carlos Monsiváis es un nuevo género literario".

-Es un acierto de la FIL consolidar este género -dijo.

En su turno, el primer ganador del FIL 2006 -luego de que éste debiera renunciar al nombre de Juan Rulfo-, se encargó de contradecir a Pacheco.

Lo que pedí es un busto ecuestre -dijo. Y después añadió:

-Después de oír a José Emilio tiendo a pensar que existo.

Mientras la gente reía, lo ovacionaba o gritaba: "¡Carlos, no te mueras nunca!", Monsiváis anotó que el mayor enemigo de la lectura no es el culto de la imagen, sino la catástrofe educativa en la enseñanza pública y privada, robustecida por el desprecio a las humanidades. El detrimento magisterial y el crecimiento del analfabetismo funcional.

-El 63% concluye la primaria sin saber escribir, lo que demuestra -dijo, mirando a las luminarias que lo acompañaban en la mesa de honor- que tenemos competidores.

Luego de criticar a la jerarquía católica por proponer cambios en el artículo 24 constitucional (quitar "libertad de cultos" para poner "libertades religiosas"), hizo referencia a "las alusiones perdidas", ese ejercicio de la memoria colectiva ("del que forman parte la Biblia, los clásicos grecolatinos y la historia antes del 11 de septiembre"), que hoy "sólo se deja a las ocasiones de contento" porque "el ayer se considera denso, aburrido, dificultoso".

-En este panorama -concluyó-, poco del legado clásico parece firme. El mayor peligro para la novela es la pretensión de eliminar la complejidad, es la infantilización de la sociedad.
Vinieron los aplausos. Y luego, el abucheo de un régimen que desdeñó la complejidad e infantilizó a su modo a la sociedad.